domingo, 14 de junio de 2015

Ganchillear en compañía siempre es mejor

¡Estamos de vuelta!

Como decíamos ayer, uno de mis grandes descubrimientos de este año ha sido la comunidad cosedora-tejedora y los guiños y relaciones tan bonitas que van surgiendo al tomar parte en ella. Recientemente me he visto obligada a pasar muchas horas de trabajo ante un ordenador y no he tenido tiempo ni energías para poder dedicarme al blog. Pero el deseo de volver a asomarme aquí es tan grande que con gusto estoy reservando el tiempo de compartir mis cositas y visitar a esas otras autoras a las que tanto echo de menos.

El blog me ha dado la oportunidad de compartir costuras a distancia, tejer al ritmo de otras personas y encontrarme con ellas en foros y otras redes sociales. Y ese disfrute de lo compartido también me ha animado a buscar personas que tejan o cosan físicamente juntas, como es el caso de mi última experiencia ganchillera, con la que tenía un guiño pendiente que cumplo en el post de hoy.


“Kaixooooo!” Primeras palabras del pollito recién salido de su cascarón de ganchillo. Este apareció durante unas tardes de miércoles que pasé en muy buena compañía gracias a un taller de amigurumi organizado por la asociación Egizu de Getxo. Aunque ya tenía una larga experiencia haciendo ganchillo y amigurumis, siempre se aprende algo nuevo, como a coger bien la labor, que en mi caso era una necesidad urgente. 

En este grupo encontré un espacio en el que disfrutar de la compañía de mujeres muy dispares, realizar una actividad lúdica en un entorno euskaldun y reencontrarme con una vieja conocida descubriendo que compartíamos la afición por el amigurumi. Ella es Uxue, la profesora en este taller, una persona tan dulce como creativa a la que ya no volveré a perder la pista gracias a su blog  y su facebook.


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